Las lentes de contacto son productos sanitarios que requieren una adaptación individualizada previa por parte de un óptico-optometrista para un uso seguro.

Por eso, es importante recordar que la adquisición de las lentes de contacto fuera de los establecimientos sanitarios dirigidos por profesionales de la óptica, puede provocar consecuencias graves en la salud ocular y visual, si no se siguen las mismas pautas de uso y mantenimiento que con las lentes de contacto correctoras, aunque su uso sea esporádico o vinculado a momentos de ocio y entretenimiento.

Realizando un uso inadecuado de este tipo de lentes de contacto podrán aparecer síntomas como sequedad de ojos, sensación de arenilla, picor, escozor, enrojecimiento, irritación y problemas más graves como conjuntivitis, inflamación de la córnea, abrasiones corneales y pérdida de visión.

Si este tipo de productos no se adquiere en los establecimientos adecuados, nadie nos garantiza que sean de buena calidad y además no aparece el material con el que están fabricados. Realmente desconocemos qué nos estamos poniendo en los ojos, puesto que no llevan ningún tipo de señalización ni marca de autenticidad.