El estrabismo es un defecto visual en el que los ejes visuales del paciente no están alineados, con lo cual, la parte motora no está en consonancia con la parte sensorial. Dicha disfunción se manifiesta con una desviación del ojo que puede ser:
- horizontal hacia adentro: esotropia o estrabismo convergente.
- horizontal hacia afuera: endotropia o estrabismo divergente.
- vertical hacia arriba o hacia abajo.
El estrabismo puede ir asociado a una ambliopía (ojo vago), es decir, una agudeza visual reducida.
En líneas generales, la luz que recibimos del exterior estimula los fotorreceptores, que a su vez excitan a las células ganglionares y, cada una de ellas, estimula una parte del campo visual. Por tanto, el estrabismo es un trastorno a nivel cortical, siendo la actividad neuronal (células ganglionares, nervio óptico y córtex visual) reducida, afectando directamente a la visión.
En estos casos, el tratamiento indicado, además de la corrección óptica (en el caso de que sea necesaria), puede ser el uso de una oclusión (parche) y/o terapia visual.
La finalidad de la terapia visual es reeducar al sistema visual mediante una serie de ejercicios específicos, con el fin de obtener respuestas automáticas e inconscientes ante las necesidades visuales del paciente. Dicho de otra forma, la terapia es una técnica de feedback, es decir, el paciente se hace consciente de sus errores y los corrige.
La terapia requiere esfuerzo, constancia, motivación y entendimiento por parte del paciente, el entorno y el profesional. Cada sesión es totalmente personalizada según la necesidad y las metas del paciente y del profesional. Su duración depende de cada caso pero, por lo general, en unos meses puede darse por terminada. Una vez concluida, no se producen regresiones.